Los prados del ermitorio de Sant Pau son desde tiempos remotos “parada y fonda” de los pastores trashumantes que transitaban desde las tierras altas hasta las llanuras del Maestrat. El cruce de caminos convirtió al ermitorio de Sant Pau en un importante centro pecuario para el descanso de pastores y rebaños; y tal como dijeron algunos pastores, en una posada de las estrellas, donde abrevar, descansar y pasar la noche con las ovejas bajo el cielo estrellado.

El milagro de San Pablo da un protagonismo a los pastores en este lugar, donde las estrellas del cielo parecen bajar a la tierra, siguiendo la emoción de aquellos pastores cátaros trashumantes llegados aquí desde Occitania en búsqueda de una mejor vida.